En la columna de hoy quiero hacer un pequeño análisis sobre las políticas migratorias de Canadá y de los Estados Unidos, y la razón es porque las similitudes entre dos candidatos políticos en ambos países son de temer si eres inmigrante.
El Candidato a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, y la candidata a leader del Partido Conservador Canadiense, Kellie Leitch, pareciera que han tomado sus notas del mismo libro, es decir, del libro de la intolerancia cultural, del racismo y del perpetuar la ignorancia. En ambos casos los candidatos han hecho blanco de una comunidad étnica para sus propios fines políticos.
Lamentablemente a la comunidad de habla hispana nos tocó ser blanco en los Estados Unidos.
La intolerancia a las diferencias culturales es obvia y no es necesario reiterarlas puesto que los medios se han encargado de esto, y el repetir los comentarios y chistes racistas sólo sirve precisamente para incrementar el racismo.
Donald Trump presentó su política inmigratoria en Estados Unidos, y Kellie Leitch ha presentado la idea de que se debe escrudiñar más a los inmigrantes para asegurarse de que sus valores estén de acuerdo con los valores canadienses.
En ambos casos es un intento de vilificar a ciertas comunidades y a la vez es una falta de respeto hacia los ciudadanos pensantes de ambos países. Ambas propuestas dejan la idea de que las puertas en ambos países están completamente abiertas y que cualquier persona puede llegar y establecerse, pero la realidad es muy distinta dado que en los dos países existen medidas de seguridad que escrutan a las personas que han hecho trámites para inmigrar.
Una persona que desea inmigrar a Canadá o a Estados Unidos no sólo debe calificar bajo el programa a través del cual está haciendo su trámite, sino que también debe pasar por varios exámenes para probar que es admisible.
El solicitante debe probar que no tiene record criminal en ningún país en el que haya vivido por más de seis meses a partir de cumplir los 18 años de edad. Este documento lo provee el solicitante, pero hay otro chequeo de seguridad que es hecho por los servicios de inteligencia canadiense, el cual no solamente se basa en actos o delitos cometidos por el solicitante a la residencia, sino también en actos u omisiones que pudieran tener un tinte criminal, incluyendo prácticas que en sus países serían normales, pero que para Canadá son delitos. Estados Unidos tiene procesos similares.
Después de que la persona obtiene la residencia permanente, cuando haga la solicitud para la ciudadanía, nuevamente será sometida a un chequeo de seguridad y tendrá que pasar un examen de conocimientos que incluye historia, geografía, política y cultura canadiense.
En un artículo en The Toronto Star, el Ministro de Inmigración, Refugio y Ciudadanía Canadiense, John McCallum, dijo que el querer escrudiñar a futuros inmigrantes para ver si tienen “valores anti-canadienses” es peligroso e ignora los procesos que ya existen.
Este es el caso también con algunos de los puntos de la propuesta inmigratoria de Donald Trump donde menciona procesos que ya existen en Estados Unidos, como por ejemplo el deportar a personas que hayan cometido delitos.
¿De verdad? En 1996 se firmó la ley anti terrorista la cual hizo mandatorio la deportación de residentes permanentes que recibieran una sentencia de prisión de por lo menos un año. Desde entonces, la deportación de residentes y no residentes es mucho más rápida y se está dando con mucha más frecuencia en Estado Unidos. De hecho, el número de personas deportadas por cargos menores se ha incrementado, lo cual no fue la intención de la ley original.
Al hacer estos comentarios vacíos, los candidatos están jugando con la falta de conocimientos de la gente y están haciendo un daño irreparable a las comunidades atacadas, muchas de las cuales no manejan la información necesaria para diferenciar cuales son las políticas migratorias que les afectan y quienes son los que las están implementando.
Uno se pregunta por qué es que estos políticos hacen planteamientos que claramente van en contra de grupos significativos de personas, situación que al final se podría traducir incluso en falta de apoyo para sus empresas electorales.
El punto es que tanto Donald Trump en los Estados Unidos como Kellie Leitch en Canadá son candidatos de partidos de derecha, y los dos partidos han usado y continúan usando tácticas de exclusión y racistas para sus propósitos políticos. Lo hemos visto en Canadá muy claramente durante las últimas elecciones. Sus políticas afectan a los inmigrantes, pero a la vez fortalecen su base electoral histórica.
Aquí en Canadá, particularmente, el resultado de las recientes elecciones federales demostró claramente que la mayoría del pueblo no está de acuerdo con lo política de la división y de creación de sentimientos racistas.
Aunque la idea planteada por la candidata al liderazgo del partido conservador haya tenido aceptación en una encuesta llevada a cabo por el Toronto Star, que estableció que el 67 por ciento de los encuestados está de acuerdo con que se escudriñe los posibles valores “anti-canadienses” de los inmigrantes, no creo que sea posible crear un examen que permita descubrir los verdaderos sentimientos de las personas. Un instrumento de este tipo sólo podría llegar a conclusiones injustas que nada tienen que ver con la realidad sino más bien por la percepción del que haya creado el examen.
¿Qué se puede hacer entonces, como comunidades inmigrantes, para combatir esas ideas xenofóbicas?
Debemos estar muy alertas a este tipo de ataques. No se debe permitir que personas con esta mentalidad sean elegidas. No podemos caer en el juego de que no nos atacan a nosotros sino a otra comunidad y quedarnos tranquilos sin defender al atacado.
Tal y como lo estamos viendo en los Estados Unidos, los Latinoamericanos no somos inmunes a los ataques. Si nosotros permitimos y nos unimos a los ataques contra otros grupos, estamos dando permiso para que nos ataquen a nosotros. Después de todo, no somos nativos de Canadá y por lo tanto somos todos inmigrantes.