En estos días resulta habitual ver empresas que cierran y trabajadores en la calle. Pero quedarse sin empleo no debe ser el final, sino una fase de transición para abordar con éxito el siguiente trabajo.
Multitud de empresas y millones de trabajadores en todo el mundo se han visto fatalmente afectados por la situación de pandemia que vivimos. Quedarse desempleado, bien por un repentino cierre, bien por la lenta crónica de una muerte anunciada, supone una de las situaciones más estresantes en la vida de cualquiera.
El desempleo no solo acarrea un grave perjuicio económico, sino muchos otros efectos perniciosos que impregnan las relaciones familiares, de pareja y sociales. Las emociones normales en estos casos, como son la pérdida de autoestima, la tristeza, el enfado, la culpa, la envidia, pueden también llegar a poner en peligro la salud mental de la persona afectada.
Estos son los primeros auxilios ante el desempleo:
Reconocer las emociones. La capacidad para desempeñar un trabajo y resolver los retos diarios que nos presenta alimenta nuestra autoestima. Ante un despido, es normal tener sentimientos de desvalorización, merma de confianza en nosotros mismos, dolor, pena… Asumir que nuestras emociones son lógicas y aceptarlas, nos ayudará a hacer un mejor duelo ante la pérdida.
Hablar abiertamente. Es preciso compartir las emociones con los demás, con nuestra pareja, con familiares y amigos o, incluso, con los meramente conocidos. Hablemos de lo mal que nos sentimos o escribamos nuestras inquietudes para que, una vez fuera, podamos verlas con la distancia necesaria y seamos capaces de empezar a gestionarlas.