Foto: The Canadian Press / Paul Chiasson
Por Vilma Filici
En la columna de hoy voy a hablar sobre un caso que llegó a mi oficina hace ya varios años, un tipo de caso que realmente no es muy común, pero que efectivamente se presenta con alguna frecuencia, particularmente en los procesos migratorios bajo la figura de patrocinio de esposo o esposa.
Una muchacha que estaba casada con un ciudadano canadiense con quien tenía dos hijos, el último de apenas dos meses de edad, estaba siendo patrocinada por su esposo. Fueron a la entrevista con el oficial de Inmigración, quien en ese momento estuvo de acuerdo en que la relación era legal y genuina, por lo que aceptó el caso, lo cual significaba que ella estaba básicamente esperando su residencia permanente.
Pero como al año y medio después de haber ido a esta primera entrevista, el oficial de Inmigración llamó a la muchacha para hacerle una segunda entrevista. El motivo era que había recibido información por medio de una carta a la que en el argot inmigratorio se le conoce como “Poison pen letter” (Carta Venenosa), en la cual una persona estaba acusando a la muchacha de no estar en una relación genuina con su marido dado que supuestamente había tenido un amante.
El oficial de Inmigración le preguntó directamente si eso era verdad y la muchacha admitió que en realidad durante su matrimonio ella había tenido un affaire por varios meses con otra persona, pero que el affaire ya había terminado y que el esposo, es decir su patrocinador, estaba al tanto de esto que había sucedido, y que habían sobrepasado la situación y estaban recibiendo consejería para poder seguir adelante con la relación.
El oficial de Inmigración le dijo en ese momento a la muchacha que él consideraba que esto era un pecado el cual tendría que pagar en algún momento. Pasó un tiempo y la muchacha recibió una carta rechazando su caso de patrocinio porque el oficial de Inmigración consideró que la relación con el patrocinador, es decir el padre sus hijos, no era genuina.
En la carta, el oficial planteó que, dado que la muchacha había tenido una relación extramarital, ella no estaba en una relación genuina, porque para que sea una relación genuina, según él, tenía que ser una relación exclusiva, monógama, y que este no era el caso.
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