Cuando Shakespeare concibió Hamlet, no existía en Inglaterra un mercado para la compra y venta de propiedades; al menos nada parecido a lo que conocemos en este momento. Al observar lo que sucede actualmente en la arena inmobiliaria local, se me antoja imaginar que, de Hamlet vivir hoy en tierras canadienses, muy bien hubiese podido trocar su archiconocido soliloquio por el de: ¿alquilar o comprar? Así de profundo se presenta el dilema.
Si el problema es complejo, es mejor abordarlo por partes
La disyuntiva de si tiene más sentido continuar como inquilino o convertirse en propietario es sin dudas una interrogante difícil de responder, especialmente hoy. En este sentido, te ayudará a no dar un paso en falso conocer y poner en contexto algunas de las principales dimensiones que debes considerar antes de favorecer un escenario u otro. De paso, te salvará de caer en la angustia existencial del pobre Hamlet.
A continuación te muestro algunos de los factores primordiales que te sugiero evaluar antes de tomar una decisión.
Quo vadis (a dónde te diriges)
Es quizás el primer elemento que deberías tomar en cuenta: ¿Cuáles son tus planes para los próximos cinco años? ¿Implican cambiar de ciudad o de barrio, debido al trabajo, la familia o los estudios? ¿Estarás soltero o en pareja? ¿Habrá hijos? ¿Serás el único responsable de pagar tu hipoteca?, etc.
Este tipo de cuestiones tienen una influencia muy significativa en el resultado de la decisión que finalmente tomes. Por ejemplo, si bien es cierto que ser propietario resulta una manera “forzada” de crear riqueza – es sabido que el valor de las propiedades tiende a aumentar en el tiempo – devenir propietario también implica responsabilidades y gastos más elevados, los cuales deberás prever y aprender a vivir con ellos. Al mismo tiempo, dispondrás de menor flexibilidad si necesitas o quieres cambiar de lugar de residencia, o de tipo de propiedad. Y créeme, ese momento va a llegar más temprano de lo que supones.
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Por el contrario, aunque ser inquilino requiere en principio de una mayor disciplina y sabiduría financieras para generar un patrimonio equivalente, es sin dudas realizable. Además, disfrutas de mayor flexibilidad para cambiar de tipo de propiedad y de emplazamiento, si fuese necesario; sin mencionar que evitas así asumir gastos que solo aparecen cuando compras una propiedad.
Practica ser propietario
Una buena manera de visualizar como sería tu vida financiera como propietario es practicar el ahorro, para ver si realmente puedes absorber la diferencia de costo entre pagar el alquiler y ser dueño de tu propiedad. Por ejemplo, si el costo total mensualizado de la casa de tus sueños asciende a $3,200 y actualmente pagas $1,700 de alquiler, intenta ahorrar la diferencia durante algunos meses para ver cómo ello afecta tu ritmo de vida y si de verdad puedes asumir esa diferencia. ¿Te parece exagerada la desigualdad entre el alquiler y la compra en este ejemplo?