Es esencial que los trabajadores estén convencidos de que en ninguna otra empresa podrían estar mejor. Esta emoción representa el verdadero valor diferencial con la competencia. ¿Cómo se consigue?
El orgullo de pertenencia permite que cada colaborador se sienta parte de la empresa, abrace los objetivos comunes, defienda los valores de la marca como propios y se comprometa con su tarea. Para lograrlo, basta con pensar que las empresas no son diferentes de las familias: cubrir las necesidades de las personas hace que tanto el hogar como la oficina sean lugares donde queremos estar.
En mi opinión, es necesario:
Ofrecer sentirse bien en el trabajo. Ya sean trabajadores habituales o colaboradores externos, deben sentirse cómodos, conocer a las personas con las que van a interactuar, saber cuáles son los procedimientos de la empresa, sus objetivos y la política organizacional. Es preciso que estén apoyados en todo momento por personas que sepan acogerlos como a un miembro más de la familia.
Fomentar la comunicación sincera y fluida. Los empleados, colaboradores, clientes, proveedores, deben poder preguntar con absoluta tranquilidad y recibir información sobre lo que necesiten saber. Y no basta con esperar sus preguntas, sino que hay que anticiparse mediante líneas de comunicación abiertas, horizontales y verticales, fáciles, frecuentes y accesibles.
Brindar autonomía. Supervisar no es controlar. Las empresas harán bien en empoderar a sus empleados, permitir que ellos se hagan responsables sin necesidad de fiscalizar su tarea. Todos deben ser escuchados y participar en la toma de decisiones siempre que sea posible. De este modo, se sentirán motivados, partícipes, y, por tanto, trabajarán más y mejor.
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Promocionar a los empleados que se sienten parte. Recibir un sueldo justo es importante, pero también ver satisfechas las aspiraciones profesionales. Saber que es posible acceder a nuevas tareas, hacerse cargo de proyectos diferentes, escalar a puestos mejores constituye un poderoso incentivo para permanecer en una empresa. Hay que apostar por el desarrollo de las personas y premiar su esfuerzo con promociones.