En días recientes, una persona que previamente había buscado mis servicios escribió un comentario negativo en mis redes sociales. Le escribí y le pregunté la razón y me respondió que no le gustó mi respuesta ya que ella podía conseguir cualquier documento que se necesitara para que su caso tuviera éxito. Luego de pensar en lo que sucedió con esta persona, creo que es importante poner en claro ciertos puntos que son vitales en el trabajo que desarrollamos tanto los consultores como los abogados de inmigración en Canadá.
Creo que por una cuestión cultural hay personas que no quedan satisfechas cuando después de una consulta en persona, telefónica o vía Internet, se les dice que no califican para hacer un trámite de inmigración, ya sea una visa de estudiante, trabajo, residencia permanente o ciudadanía. En muchas ocasiones la gente incluso tira el teléfono después de decir “entonces usted no puede hacer nada por mí, no me puede ayudar” o “no me quiere ayudar”.
La realidad es que no se trata de que el profesional no pueda o no quiera hacer nada por la persona, sino que los consultores y los abogados de inmigración honestos trabajamos dentro de los parámetros establecidos por la Ley de Inmigración y los reglamentos.
Cada categoría de inmigrante tiene definiciones y reglas que deben cumplirse para calificar, y si el cliente no llena los requisitos establecidos al hacer una evaluación del caso en una consulta, los conocimientos y la experiencia del profesional deberían ser respetados ya que juegan un papel importante en planear el caso. Porque hay ocasiones en que la persona no califica y no se puede hacer más, hay otras en que la persona no califica en el programa que le interesaba, pero pueden calificar en otro.
Por ejemplo, una persona puede llegar a la oficina con la idea de hacer un trámite de adopción para unos sobrinos huérfanos, pero después de analizar el caso se puede llegar a la conclusión de que los puede patrocinar directamente, como miembros de la familia, sin tener que adoptarlos.
Pero muchas veces, más de lo que nos gusta ver, la persona llega a la oficina con una idea de lo que les gustaría hacer en términos de trámite, no obstante, después de estudiar el caso a fondo, llegamos al fallo de que la persona no califica y por lo tanto no es aconsejable iniciar un proceso sabiendo que el resultado será negativo.
Aquí no se trata de no querer ayudar al cliente, se trata de decirle la verdad y ahorrarle gastar dinero innecesariamente, no hacerlo perder el tiempo, y, en algunos casos, no exponerlo a que termine con una orden de deportación.