Por lo general, no lo recomiendo. Emprender un negocio con amigos, familiares o con la pareja, puede dar al traste con la empresa y, además, con la relación, en la mayoría de los casos. Pero, si es así, y se quiere iniciar porque se cree en ello, hay que poner ciertas reglas claras.
Doy por supuesto que cuando se emprende un negocio con un amigo o se contrata a un familiar, no es por hacerle un favor, sino porque confiamos en sus cualidades profesionales y apreciamos sus valores personales. En ese caso, bastará con hablar francamente sobre cómo vamos a abordar la relación laboral.
- Ocuparse de los aspectos legales. No es suficiente con la palabra ni con el "ya lo haremos". Un negocio no es una relación de pareja en la que hoy estamos felices y mañana nos decimos adiós, sin mayores consecuencias. Las empresas deben funcionar con seriedad, con contratos privados y públicos, donde todo esté regulado y firmado desde el primer momento. La legalidad es la garantía necesaria para que, pase lo que pase, haya un orden superior que defienda los intereses de todos con equidad.
- Dejar las reglas claras. Es necesario hablar abiertamente de quién tendrá la última palabra en caso de desavenencias, de los retos que habrá que encarar, de que no existirán privilegios por razones de amistad, de las responsabilidades de cada uno… y mejor también si se hace por escrito. Conforme surjan nuevos retos laborales, deberán incorporarse más reglas.