Definitivamente en nuestra vida, debemos reconocer las reglas de ortografía.
No estoy hablando solamente al momento de escribir, que vaya que se agradece que se utilicen de forma adecuada, comas, puntos y acentos.
En mi trabajo como Conferencista, no solo las palabras son importantes, sino también el ritmo, la entonación, la cadencia y las inflexiones de la voz. Cada vez que imparto mis charlas y talleres de liderazgo y comunicación, recuerdo a mi padre que siempre decía: “no solo importa lo que me dices, sino la forma en la que me lo dices”. Sin duda alguna, una excelente forma de describir la diferencia entre las palabras y la forma en que estas se comunican.
Asimismo habrá en nuestra vida momentos cotidianos, no por ello menos importantes, que también serán comunes y que son como esas letras de un párrafo a media página, ni tan importantes como para recordarles por siempre, pero necesarios para completar la historia de nuestro libro.
Por otro lado, habrá momentos que escribiremos en letras mayúsculas, momentos que viviremos al máximo en nuestras vidas, y que nosotros mismos que querremos recordar por siempre y que serán siempre punto de referencia en nuestra existencia: una relación, un cambio de empleo, el nacimiento de un hijo, entre muchos otros.
Sin embargo, en todos ellos deberemos considerar dos cosas que nos permitirán disfrutar y a la vez seguir nuestro paso por este mundo terrenal. Me refiero a la coma y al punto final.
Hay momentos en los que en nuestra frenética carrera de la vida, nos olvidaremos de tomarnos esa pausa, ese breve pero vital espacio para analizar nuestros problemas.
Ese espacio en el que nos permitimos quitar la vista del camino para ver las posibles opciones que hasta hoy hemos ignorado, así como las situaciones que hoy toleramos y que probablemente sin darnos cuenta hemos aceptado en nuestras vidas.
La coma nos permite hacer una pausa y seguir adelante con nuevos bríos, tomar aire, revisar nuestro entorno, descansar por un momento.
Además, en relaciones, hay momentos en los que la pausa nos lleva a reconocer que no hay más que seguir escribiendo, ya sea en una actividad, en una empresa o bien en una relación, habrá momentos en los que será importante reconocer, el punto final.
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