La conducta alimentaria es el comportamiento que tenemos en relación con los alimentos. En ella intervienen experiencias previas, recuerdos, sentimientos, emociones y necesidades.
Nuestra conducta influye en la calidad de lo que comemos y responde a los colores, sabores y textura de los alimentos. Tendemos a que nos guste platos elaborados a base de alimentos disponibles en el lugar donde vivimos y a veces fijamos reglas para aceptar o rechazar algunos alimentos y para definir la forma de prepararlos y consumirlos.
Tras el desarrollo de nuevas técnicas en la industria alimentaria, la mayoría de nosotros disponemos de alimentos adecuados y variados. Desgraciadamente cuando pareciera haber llegado el momento en que el hombre se vería beneficiado por el progreso y se alimentaría regularmente sin sufrir desnutrición es cuando aparecen factores culturales que conducen a cambios negativos en nuestra conducta alimentaria tales como la búsqueda de la delgadez extrema.
A estos cambios culturales se suman las predisposiciones genéticas y las dinámicas familiares provocando que se desarrollen personalidades con graves trastornos alimentarios que derivan en problemas de nutrición y de salud. También contribuyen al desarrollo de estos trastornos sentimientos como la depresión, la ansiedad, la soledad, así como problemas familiares y malas relaciones interpersonales.
Entre los trastornos alimentarios más comunes en nuestra época están la anorexia nerviosa, la bulimia y el consumo compulsivo de alimentos que nos conduce a la obesidad. Es importante saber que cada individuo por su estilo personal, requiere de tratamientos flexibles e interdisciplinarios que se ajusten a cada caso en particular. Al hablar de tratamientos interdisciplinarios me refiero a que los que proporcionan un médico, un psicólogo, un nutriólogo y de manera muy importante la familia que estará con la persona que recibirá el apoyo y tratamiento.
El seguir dietas excesivas y sin supervisión profesional o el purgarse después de comer compulsivamente son métodos utilizados a veces para manejar situaciones dolorosas y sentirse en control de sus propias vidas. Desafortunadamente solo resultan en el deterioro de la salud y en una mayor pérdida de la autoestima.
Padres y profesores, estas conductas muchas veces son el reflejo de los malos hábitos alimentarios que les damos a nuestros pequeños. No hagamos a un lado las señales naturales y biológicas de hambre y saciedad ni enseñemos a los niños a relacionar la comida con las emociones premiándolos o castigándolos con ciertos alimentos.
Los invito a mantenernos todos activos en acciones que nos agraden o nos convengan. Son muchas las personas que, sobre todo nosotras las mujeres, insatisfechas con nuestro propio cuerpo, tendemos a caer en malas conductas alimentarias que pueden extremarse y desencadenar en trastornos de extrema gravedad como la anorexia nerviosa y la bulimia o por lo contrario, deprimirnos y comer compulsivamente llegando a la obesidad.
Te veo la próxima semana con el tema de anorexia nerviosa. No dudes en escribirme a serdancar@hotmail.com si deseas apoyo, asesoría o simplemente deseas compartir un comentario. Te escribe con gusto tu amiga nutrióloga Carmen Serdán.
Tips de Carmen Serdán:
-
No hagas dietas temporales. Debes hacer cambios sanos para toda tu vida.
-
Disminuye la frecuencia y cantidad de alimentos altos en grasas e hidratos de carbono. Elige alimentos bajos en grasa, hidratos de carbono y azúcares y alimentos altos en fibra más a menudo para que se vaya convirtiendo en hábito.
-
Procura comer 3 comidas al día y de preferencia haz 2 colaciones, snacks o refrigerios pequeños.
Uno a media mañana y otro a media tarde para evitar tener mucha hambre. Esto ayudará a que trabaje mejor tu metabolismo. Si en algunas ocasiones no sientes hambre a la hora de comer, come sólo una pequeña cantidad pero no te saltes ninguna comida.
-
No pases hambre. Si no comes tu cuerpo utilizará las reservas de músculo como energía, tu metabolismo será más lento, te sentirás débil y tendrás mayor riesgo de sufrir alguna enfermedad.
-
No esperes la perfección. Más bien busca comportamientos que faciliten los cambios positivos. El comer alimentos de bajo contenido calórico, el usar un plato pequeño y el ir al supermercado ya comido son técnicas sencillas pero muy efectivas.
-
Toma al menos 8 vasos de agua natural (2 litros) para eliminar las toxinas de tu cuerpo y tener una mejor digestión.
-
Mantente activo. Te ayudará a sentirte muy bien y satisfecho contigo mismo. Elige el ejercicio que tú prefieras, inicia despacio y trata de lograr 30 minutos diarios.
-
Insisto: El ejercicio físico te servirá para tener una buena salud física y mental y empujarte a una buena conducta alimentaria. Inténtalo.
-
Si deseamos incorporar buenos hábitos a nuestra rutina diaria, no debemos tratar de hacerlos todos al mismo tiempo, es mejor empezar por uno que consideremos más sencillo de alcanzar y dedicar todo nuestro esfuerzo a conseguirlo. En el momento en que pase a formar parte de nuestra conducta habitual y ya no requiera un esfuerzo consciente por llevarlo a cabo, podremos pasar a incorporar otro nuevo hábito en nuestra conducta alimentaria.
- Recuerda que tus pensamientos se convierten en palabras, tus palabras se convierten en actos, tus actos se convierten en hábitos, Así que está en tus manos mejorar tu conducta alimentaria.