Es común que vayamos por la vida pensando siempre tener la razón, creemos y en verdad lo hacemos con fe ciega, que somos los únicos poseedores de la verdad, los únicos que apreciamos la realidad completa.
De alguna forma tenemos el síndrome del conductor, ese que se nos presenta cuando al conducir por la ciudad, todo aquél que nos sobrepasa en el camino, es un "gorila al volante", un verdadero cafre, mientras que por otro lado, todo aquél que conduce de forma mucho más moderada, a menor velocidad que nosotros, inmediatamente para a ser un tonto, "una tortuga", pero eso sí, si alguien mas se desplaza a la misma velocidad que lo hacemos nosotros, nos sentimos incómodos, inmediatamente buscamos acelerar ó ir más despacio que ellos, de alguna forma el que alguien vaya exactamente a la misma velocidad que nosotros, es algo que nos incomoda, no estamos acostumbrados a ello. Además, eso nos haría “No poseedores” de la verdad absoluta.
De alguna forma en la vida cotidiana nos sucede de la misma forma, cuando alguien tiene mucho trabajo, está ocupado, tiene muchos proyectos, simplemente pensamos que eso es demasiado, que es un exagerado ó bien que es una vida que no vale la pena vivir, lo mismo sucede cuando por el contrario, nos encontramos con alguien que no tiene claro el siguiente paso, que se encuentra indeciso en el camino, incluso inmovilizado, ó bien cuando simplemente ese alguien está gozando del momento, siempre tenemos como criticarle, de una forma o de otra siempre encontramos la manera de como colocarle en una caja y ponerle una etiqueta, es muy lento, es muy rápido, puntual, impuntual, flojo, hiperactivo, acelerado, amiguero, antisocial y la lista sigue y sigue, sin embargo debemos considerar que desde el coche del que va al lado, nosotros seguramente estaremos en una de esas cajas, seremos etiquetados por alguien más, eso es inevitable, después de todo nuestro coche en la vida es igual al de los demás.
Es por eso que como conferencista, como tallerista y coach, mi reto es el de promover un cambio en el mundo que se de desde la perspectiva personal, cambias tú y entonces cambian las cosas a tu alrededor, cambias tu velocidad y entonces encuentras nuevos coches en el camino, tal vez algunos de ellos sean agradables, tal vez otro no tanto, pero para eso existe el freno y el acelerador, tal vez sea momento de voltear al espejo y ver a ese que va conduciendo nuestro coche, así es, a nosotros mismos y revisar si este comportamiento no es el que en primer lugar nos mantiene alejados de otros, enojado con la vida ó con una sensación de no ser comprendido y si no te gusta donde estás, tal vez sea el tiempo de meter el acelerador ó bien si no te gusta ir a tan de prisa, tal vez sea tiempo de oprimir los frenos, tú decides, pero siempre desde tu perspectiva.
Es tiempo de hacer una pausa y revisar en que autopista te encuentras, cual es tu velocidad, los coches a tu alrededor y si estás disfrutando del viaje, después de todo la carretera de la vida siempre está disponible, pero todos contamos con solo un tanque para cumplir el trayecto, de ti depende cómo llevarlo a cabo, de ti depende como circulas por la autopista de la vida.