Los recuerdos no sólo se guardan en forma de imágenes; los olores también acompañan estas “fotografías con movimiento” que se esconden en nuestra mente. Por eso los recuerdos huelen: nuestra memoria también almacena aromas. Nadie puede negar el asombroso poder que tiene el olfato; gracias a este sentido podemos viajar en el tiempo y evocar situaciones, lugares y personas. Es difícil escaparse de los olores: están en todas partes. Los alimentos, por ejemplo, nos brindan una diversidad infinita de fragancias, tal y como ocurre con los condimentos. Y entre tantas especias, existen unas que resaltan más que otras; el jengibre es de las que sobresale.
Cuando tengo cerca esta raíz, la Navidad visita mi cabeza sin importar que estemos en julio: las manos de mi mamá estirando una masa dulce, aparecen como por arte de magia. Con el olor del jengibre, recuerdo también otros olores: el del chocolate, la vainilla y las avellanas; así olía mi casa cuando hacíamos galletas en diciembre. Pero el jengibre es mucho más que un delicioso aroma; cada vez que lo consumimos, consentimos enormemente nuestro organismo.
Esta raíz es poderosa y sus beneficios se pierden de vista, algunos de los más importantes son:
· Acelera el metabolismo. Consumir jengibre nos ayuda a bajar de peso. Este alimento genera calor interno, lo que estimula que el metabolismo queme calorías de forma rápida, y sirve como quemador de grasa.
· Combate la inflamación y alivia los dolores. Muchos especialistas recomiendan consumir esta raíz para tratar enfermedades como artritis y artrosis. El jengibre contiene gingeroles, unos componentes que no sólo le dan ese sabor picante tan característico, sino que además posee propiedades analgésicas y antiinflamatorias.
· Calma los dolores menstruales. Comerlo reduce las dolencias producidas por golpes; y resulta estupendo para aliviar las migrañas, ya que puede bloquear los efectos de la prostaglandina, una sustancia que causa inflamación en los vasos sanguíneos del cerebro.
· Previene el crecimiento de hongos y bacterias. Podemos utilizar este alimento como antibiótico natural para prevenir el crecimiento de microbios. Diferentes investigaciones aseguran que combate, incluso, la Candida albicans y la Salmonella typhi.
· Mejora el sistema digestivo. Cada vez que comemos jengibre, se estimulan los jugos gástricos, esto evita la fermentación de los alimentos durante su tránsito en el tracto digestivo, y facilita la digestión. De allí que algunos aseguren que esta raíz es efectiva para aliviar síntomas gastrointestinales, y para prevenir úlceras. Además, se emplea comúnmente para calmar nauseas y mareos.
· Cuida el corazón. Esta raíz permite reducir los niveles de colesterol. Asimismo, mantiene fluida la sangre y previene el endurecimiento de las arterias, lo que disminuye el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
· Retarda el envejecimiento prematuro. Entre los alimentos con más antioxidantes que existen se encuentra el jengibre. No sólo es rico en vitamina C (un potente antioxidante), sino que contiene otros componentes importantes para combatir los radicales libres y detener el envejecimiento celular.
El jengibre puede ser utilizado para preparar infusiones y jugos; así como en la elaboración de platos dulces y salados. No es necesario cocinarlo, podemos comerlo crudo; aunque existen quienes prefieren ingerirlo en polvo. Algunas personas utilizan su aceite esencial para masajear el cuerpo. Los beneficios de esta raíz son maravillosos: es uno de los alimentos medicinales más completos que hay. Pero no por ser natural podemos abusar en su consumo. Los excesos jamás han sido buenos, ni siquiera con “esto” que, para muchos, es considerado un superalimento.
