Hasta las 10:30 pm y ni un minuto más

Manuel Oliva comparte un artículo para expresar el sentimiento de la difícil e interminable tarea de ser padre

Manuel A. Oliva Guardamino
Montreal · Publicado el: 06/19/2016

Increíble cómo pasa el tiempo, pareciera que fue ayer cuando cambiaba pañales y peinaba sus finos cabellos haciéndole dos colitas a los lados. Aunque para mí siempre será mi niña, dentro de mí sé que ya no lo es, ya es toda una señorita. Que fácil era escoger por ella, decidir cómo se iba vestir,  el color de su faldita, el color de sus medias, el zapatito que más me gustaba, y la hora de salir a pasear al parque. Ahora más que nunca recuerdo y valoro las palabras de mis padres, “los hijos son prestaditos, así que prepárate”. Cuanto de cierto tenía y tiene esta frase. Los años pasan y ellos crecen, aprenden a tomar decisiones, a ser independientes, a usar menos nuestra ayuda, y cuando menos lo pensamos, empiezan a volar por si solos.

Qué difícil es acostumbrarse a la idea que ya creció, que ahora reemplazó el ¿podemos jugar con mis muñecas? por el ¿puedo ir al cine con mi amigo? Qué difícil es decir un SÍ tranquilo sin alterarse. Apenas escucho sus pedidos para salir con el susodicho, la primera idea que se viene a mi cabeza es buscar excusas para que no salga o condiciones estrictas como un reporte tipo CIA sobre el pasado y presente del supuesto “amigo” para que deseche la idea de salir. Es ahí donde me asombro más de ella, de su madurez juvenil, de su valentía y determinación para soportar mis respuestas secas, mi mirada seria y el juego odioso de un ping pong verbal diciéndole “pregúntale a tu madre” sabiendo que su madre le contestará lo mismo.

Qué difícil es ser padre ¿verdad? Que tiernos podemos ser cuando nuestros hijos hacen o dicen algo que nos gusta, pero cuando hacen o dicen lo contrario, simplemente podemos convertirnos en ogros en cuestión de segundos. Así como ellos aprenden y maduran, nosotros los padres también tenemos que aprender con ellos; aprender a escucharlos, a entenderlos, a ser sus amigos, a ser sus cómplices y especialmente a dominar al ogro que llevamos dentro cuando sentimos que su razón no tiene razón. También tenemos que aprender a comprender que su mundo es distinto al mundo que crecimos y que el trato que nos pudieron dar nuestros queridos padres hace décadas atrás pueda no ser el más recomendado para su mundo actual.

¿Padres o amigos? Algunos quieren ser solo padres porque "se dice" que el rol de los padres es educar y para esto es necesario poner límites, y no se puede poner y respetar estos límites si se es amigo. Existe la idea que los amigos, en ciertas ocasiones, incitan a romper los límites que los padres establecen. Por esta razón, muchos creen que “o se es padre o se es amigo, pero no los dos”.

¿Y si buscamos la forma de ser padres y amigos? ¿Será posible encontrar esa fórmula? Yo considero que sí.  La búsqueda puede ser ardua, pero si honestamente buscamos, deseamos, escuchamos, conversamos, comprendemos, aceptamos, consideramos y sobre todo recordamos que en algún momento nosotros también fuimos como ellos, en ese momento hallaremos como por arte de magia, esa fórmula que nos ayude a ser padres y amigos, ganar su amistad y reconquistar ese respeto que nos tenían cuando de pequeños nos veían como sus súper héroes.

Muchos se preguntaran, ¿y tú ya encontraste tu fórmula? Yo creo que sí, pero sigo trabajando para perfeccionarla. Mi fórmula, sin duda alguna, me ha ayudado a ser mejor padre y amigo, pero debo confesar que no es inmune a errores. Sigo cometiendo errores como todo el mundo y, de cuando en cuando, de mi boca siguen aflorando algunas de esas frases que mis padres me dejaron como herencia: “¿Qué tanto haces, por qué no contestas el teléfono?”, “¡porque yo soy tu padre y punto!” o la preferida de mi madre “¡usted no se manda sola, cuando te ganes los frijoles sola, hablamos!”, entre otras. Lo más importante no es tratar de ser o fingir ser perfectos; cometer errores y reconocerlos nos hace cool ante los ojos de ellos. Cuando hallas la fórmula y la pones en práctica con amor, respeto y responsabilidad, algo increíble ocurre, el ogro interno se amansa y empezamos a hacerle más caso a la razón que al orgullo.

El ser padre y amigo es un proceso de numerosas etapas, y cada una de ellas es una nueva oportunidad para acercarnos a nuestros hijos.

Princesa, mi yo amigo te entiende y te apoya, y mi yo padre te da permiso para que vayas al cine con tu "amigo", pero ¡¡¡Hasta las 10:30 pm y NI UN MINUTO MÁS!!!

¿Quién dice que no se puede ser padre y amigo?


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