(Foto: David Wong)
Pocos son los espectáculos de danza que rompen los esquemas artísticos, más aún si contienen formas tradicionales de folclor. Uno de esos pocos proyectos es la reciente puesta en escena "Je ne vais pas inonder la mer", presentada por Sonia Bustos, bailarina de origen mexicano que vive en Montreal.
A través de este proyecto personal, que comenzó a gestarse allá por el año 2018, Sonia decide apelar a los cinco sentidos de los espectadores para canalizar las emociones causadas por la pérdida, a sus 20 años, de uno de sus seres más queridos: su madre. Es así como la bailarina usa varios recursos más allá de la danza para relatar la experiencia de atravesar este duelo.
En un espacio cuadrado plano, con una disposición particular de las sillas en cada uno de los cuatro lados del escenario, la artista tomó el centro del recinto para presentar su performance. Partiendo de esta configuración escénica, quedaba clara desde el inicio la intención de la artista de crear una experiencia inmersiva de 360 grados para su audiencia.
Gracias al uso de cojines que traducían los sonidos en ondas vibracionales y de aromas que evocaban los olores hogareños de su casa en México, Sonia hizo aún más inmersiva su puesta en escena, lograda con la asesoría de la artista interdisciplinaria Dana El Marsi. Por si fuera poco, la artista convidó a todos los asistentes una taza de café, con un poco de tequila en ella, como se suele tomar en su México natal.