De tacones y lunares: flamenco para niños en Montreal

Tus hijos pueden descubrir el maravilloso arte del flamenco

Por Carolina Castillo
Montreal · Publicado el: 09/21/2018

Hola ¡Qué tal! Hoy te quiero hablar de mi rutina semanal para refrescar el cuerpo y el alma: el flamenco. Quién me conoce bien sabe que los sábados en la mañana, mi tiempo está dedicado al flamenco.

Todo comenzó en Maracaibo, Venezuela, cuando apenas tenía seis años. Al principio comencé mis clases de flamenco porque mi mamá y abuela pensaban que tenía ritmo.  Pronto descubrí que me encantaban los tacones con lunares, las faldas con faralaos, y los peinados estilo bailarina. Conseguí la excusa perfecta para maquillarme y ponerme la boca bien roja ¡por exigencias del guion!

Con los años me di cuenta que este baile era más que eso y me llenaba profundamente. Podía interpretar cada palo (coreografía) y me ayudaba a mantener siempre una buena postura, a caminar derecha, a verme más alta y a mantenerme en forma.

Perdí el miedo escénico sin darme cuenta. Podía tener muchas personas en frente de mí pues yo solo veía un punto fijo que me ayudaba a concentrar. El calor de la gente me hacía sonreír y me daba más energía para terminar los bailes.

No niego que varias veces se me han olvidado los pasos, pero siempre lo soluciono improvisando. Al final de todo, ¡bailo para divertirme!

Al llegar a Montreal, lo primero que hice fue buscar una escuela de flamenco y me topé con Julia Cristina y su centro de danza. Estoy bailando con ella desde el 2005.

Desde hace dos años el centro comenzó a dar cursos para niños. Como yo lo hice, primero vienen porque sus padres tienen la curiosidad y luego se quedan porque descubren lo maravilloso y divertido que es bailar las sevillanas o bulerías.

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