Uno de los hombres cuya filosofía de vida más nos cautiva es el Dalai Lama, monje tibetano y Premio Nobel de la Paz. Escuchando una intervención suya ante un grupo de seguidores, expresa un punto de vista, relacionado con la felicidad, que siempre trato de asumir en toda su dimensión.
El Dalai Lama explica que el ser humano puede disfrutar de dos tipos de felicidad: la que proviene del confort físico, o sea, la que proporcionan los bienes materiales, y la concebida por la mente, gracias a lo que él denomina entrenamiento o "confort mental".
Concede mayor importancia a la felicidad mental, por cuanto, según dice, cuando disponemos de una mente feliz cualquier limitación física o material es perfectamente sostenible. No soslayo el bienestar que produce el confort físico, todo lo contrario, pero vivo convencido de que podemos poseer una gran cantidad de bienes terrenales y no gozar, necesariamente, de felicidad mental ni de tranquilidad espiritual.
En este mundo moderno, trabajar para ganar dinero se ha convertido en algo imprescindible. Incluso, cuando estudiamos, lo hacemos muchas veces movidos por el interés de mejorar las finanzas futuras. Para no pocos, el interés material es el motor impulsor de la vida y valoramos más el éxito cuando luchamos y lo alcanzamos en ese plano, cuando ascendemos en el estatus social y nuestra obra es reconocida y hasta seguida por otros.
En no pocas ocasiones, ensimismados en ese empeño por lo material, descuidamos nuestra mente, no la cultivamos para que vaya a la par o por delante de los triunfos profesionales y sociales. ¡La mente puede y debe educarse!
El trabajo de meditación de Deepak Chopra y el mensaje diáfano del Dalai Lama son dos ejemplos actuales de que podemos —y debemos— lograrlo. En tal sentido, confío en la necesidad de meditar, reflexionar, organizar y planificar nuestras vidas, porque todo eso llena de tranquilidad y confort nuestra mente y, por ende, nuestra existencia. Nos convertimos en seres humanos más seguros y más tranquilos.
Cuando la mente se ejercita y recrea, el descanso se hace más placentero y reconfortante. Cada mañana estamos en la mejor disposición de dar gracias a la vida, seguros de que nada alterará nuestro estado de ánimo. Y finalizo también con el Dalai Lama: "Cuando te levantas con confort mental, cualquier problema del día es menos grave".