10 mitos y realidades de emigrar a Canadá

Conoce algunos de los mitos más conocidos por la gente a la hora de emprender un viaje a nuestro país.

Konstantina Kyrtsos y Mario Ferrer
Montreal · Publicado el: 02/13/2013

–Ya me enteré de que te quieres ir a Canadá. ¿Por qué?

–Porque es un país maravilloso, de primer mundo, con bellos paisajes…

– ¿Has estado antes en Canadá?

–No.

–Entonces, ¿En qué te basas para decir que es tan maravilloso?

–Me lo han dicho.

Emigrar a Canadá no es factible para todos y, mucho menos, resulta una tarea fácil. Los interesados deben reflexionar sobre su decisión, para que la experiencia sea satisfactoria.

El diálogo anterior es real. Y es sorprendente toparse con personas que, sin haber puesto un pie en Canadá, creen firmemente que es un paraíso terrenal. Hay que saber que, como todo país al que se quiere emigrar, Canadá supone ventajas y desventajas. Justamente la intención de este artículo es desmitificar algunas ideas que la gente tiene acerca de este país y las oportunidades que ofrece.

Primer mito: Quiero ir a Canadá para ganar dinero y después regresarme con él.

Realidad - En general, Canadá no es un país para hacerse rico.

Naturalmente, la economía y la calidad de vida son muy buenas, pero–aunque se vive muy bien– es difícil amasar una fortuna. Y es que la distribución de la riqueza en Canadá es como un balón de futbol americano: las clases alta y baja están en las puntas, y la clase media, en el centro, lo que significa que la mayoría pertenece a ese sector. En este sentido, el sistema canadiense es más justo, pero a la vez castiga más a los que más tienen. En definitiva, no es fácil ganar más dinero que otros.

Segundo mito: En Canadá todos tienen un auto de lujo.

Realidad - Las bajas tasas de interés permiten que casi cualquier persona pueda adquirir un auto nuevo o seminuevo, pagando mensualidades de entre 300 y 600 dólares; sin embargo, esto no significa que todos tengan un auto de lujo. Si bien las mensualidades son relativamente bajas, se necesita contar con ingresos suficientes para cubrirlas puntualmente.

Tercer mito: Los canadienses tienen una cultura similar a la de los estadounidenses.

Realidad - Aunque en muchos aspectos los canadienses piensan como los estadounidenses, en otros son muy diferentes. Por ejemplo, en Canadá se tiende a vigilar el bienestar de la población, como en lo relativo a los servicios de salud, que se otorgan sin importar el estrato social de la persona. Gracias a esta actitud, no son comunes las prácticas del favoritismo y la corrupción. Asimismo, las ciudades canadienses son mucho más seguras y, aunque el racismo existe como en todo el mundo, el canadiense promedio en las grandes ciudades está acostumbrado a convivir con inmigrantes.

Cuarto mito: En Canadá atraen a gente de otros países; le dan casa y trabajo para poblar el país.

Realidad - Es verdad que Canadá depende de la inmigración para mantener y aumentar sus niveles poblacionales, pues la tasa de natalidad tiende a decrecer, de ahí que atrae anualmente a más de 250 mil personas de todo el mundo, pero ni les pone casa ni les consigue trabajo.

Quinto mito: La gente no sale de su casa durante la temporada invernal; todas las actividades se paralizan.

Realidad - La vida sigue como siempre. Aunque haga mucho frío o abunde la nieve, los canadienses hacen su vida con normalidad. Sólo en casos extremos, con temperaturas inferiores a -30 grados centígrados, se cierran las escuelas y las avenidas.

Sexto mito: Si soy gerente de una empresa transnacional en mi país y decido irme a Canadá, conseguiré trabajo rápidamente y ganaré más.

Realidad - Ser inmigrante no es fácil. El simple hecho de dejar todo y llegar a un país con costumbres diferentes en donde no se conoce a nadie puede ser abrumador. La tarea de conseguir trabajo también puede resultar titánica; así como hay personas que lo consiguen en dos semanas, hay otras que tardan meses. Además, los sueldos y puestos no necesariamente son los mismos que los del país de origen; hasta es posible que se tengan que sacrificar ambos con tal de obtener la experiencia canadiense que solicitan muchas empresas para contratar inmigrantes. En general, una vez que se consigue el primer empleo, mejora el aspecto laboral.

Séptimo mito: Tengo mi propio negocio, por tanto, me voy a Canadá a emprender un negocio similar.

Realidad - Canadá acepta gustosamente otorgar visas de entrepreneur a los pequeños empresarios que demuestren contar con cierta cantidad de dinero. Asimismo, deben satisfacer otros requisitos para ser considerados como emprendedores con potencial para ser exitosos, como comprobar haber administrado algún negocio, haber tenido un porcentaje de acciones en una compañía, crear al menos un puesto de tiempo completo y emplear al menos a una persona que no sea familiar.

Octavo mito: Si algún día me voy a Canadá, pondré un restaurante o una tienda de artesanías, porque esto les encanta a los canadienses.

Realidad - Efectivamente, muchos de los canadienses gustan de la gastronomía y el arte Latinoamericano, pero este mercado está saturado. Sería recomendable hacer un estudio de mercado para evaluar si un negocio de esta naturaleza resultaría rentable.

Noveno mito: Me quiero ir a Canadá, pero antes de tramitar mis papeles quiero conseguir un trabajo desde aquí.

Realidad - Aunque no es imposible, conseguir un trabajo en Canadá estando fuera del país y sin poseer los documentos para trabajar legalmente es muy difícil. La mayoría de los inmigrantes prefiere tramitar primero su residencia y después llegar al país y buscar trabajo, con visa en mano.

Décimo mito: Me voy a Canadá a trabajar por unos meses y, si me gusta, me quedo.

Realidad - Además de ser ilegal trabajar sin documentos oficiales, cada vez es más difícil entrar a Canadá como turista. El gobierno se ha dado cuenta de que mucha gente viaja por turismo y se queda de forma ilegal, así que los deportan al arribar. Más vale prevenir que lamentar. La posibilidad de ser deportado debería ser más que suficiente para desalentar al aventurero. 

En conclusión, no todo lo que brilla es oro. Definitivamente vivir en Canadá vale la pena, porque ofrece calidad de vida, seguridad, certeza económica…, pero esto no significa que emigrar sea factible para todos y, mucho menos, una tarea fácil. En todo caso, los interesados deben de reflexionar sobre su decisión, para que la experiencia resulte satisfactoria.


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