¡Azúcar! en el Montreal Salsa Convention

¡Azúcar! en el Montreal Salsa Convention

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Montreal · Publicado el: 05/21/2013

Por Gerardo Ferro Rojas

La salsa es una explosión de alegría. Eso es lo que nos ha dejado la novena edición del Montreal Salsa Convention, realizado en la ciudad entre el 15 y 20 de mayo: una explosión de alegría, música y ritmos afrocaribeños expresados en la pasión por bailar. El Montreal Salsa Convention, no sólo agrupó a escuelas de salsa a nivel profesional sino también amateur de Montreal, la ciudad de Quebec, Ottawa, Toronto, así como otras de Canadá y Estados Unidos.

Del mismo modo, reconocidos bailarines de diversas partes del mundo, no sólo de habla hispana, se dieron cita durante los días del evento para seguir contagiando con el sabor salsero los cuerpos y el alma de la ciudad.

Una de esas citas tuvo lugar la tarde del sábado en el Marché Bonsecours en la rue Saint-Paul Est, donde grupos amateurs de bailarines dieron una exhibición de cómo se puede sentir y llevar una música en las venas sin importar la cultura de la cual se provenga. “La salsa es multicultural, es una música que se puede sentir y bailar sin importar de dónde sea uno”, decía Julia minutos antes de iniciar el evento sobre el andén de la rue de la Commune, donde su grupo City Dance Corps de Toronto, esperaba el inicio del evento.

Su indumentaria, chaqueta y pantalón blanco, camisas de colores, corbatas negras y gafas oscuras de marco blanco, evidenciaban el deseo de City Dance Corps por alejarse de los lugares comunes y abonar terreno en eso que Julia bien llama la multiculturalidad de la salsa. Ellos mismos son un ejemplo de eso: Julia es una joven de padres canadienses, Michel es de origen francés, los padres de Mrita son de Nueva Deli y los de Wayne de origen chino.

También la salsa, un ritmo que mezcla lo africano, lo caribeño, los pregones campesinos de Cuba y Puerto Rico, y hasta el jazz, con los ritmos urbanos de Nueva York de los años 70, ciudad donde la salsa hizo su debut, es ejemplo de esa mezcla cultural que desde hace mucho la ha convertido en un ritmo universal.

En el escenario del Marché Bonsecours eso quedó claro. Excelentes coreografías, movimientos coordinados, que a pesar de la métrica, dejaba ver en quienes los ejecutaban lo más importante y fundamental, eso que en el mundo salsero se conoce como el sabor, ¡el azúcar!, y que no es otra cosa que la manera de sentir la música por dentro y expresarla en un movimiento de piernas, de hombros, de caderas, en un giro, en la sonrisa siempre vivaz y refrescante de bailar.

“Cuando bailo salsa me siento más latinoamericano”, dijo Didier un chico de 18 años nacido en Montreal pero de madre colombiana, al final de la presentación de Tumbao, el grupo de danza al cual pertenece desde hace un año y medio. Por supuesto, los bailarines de City Dance Corps, con una coreografía más urbana y contemporánea, no se sentirían más latinoamericanos, pero como ya quedó claro, no es el origen lo que importa, es lo que la música nos transmite en esencia, ya sea una manera de reforzar nuestra identidad, o bien, dejarnos exteriorizar a través del baile nuestra más profunda alegría, nuestro sabor, toda nuestra ¡azúcar!

 

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